“El esgrima es un deporte único, particular. Es diferente a todos los demás. Traducir el entrenamiento en un asalto, en un combate, es difícil y requiere una gran atención a los detalles. En cada sesión, quiero concentrarme en las sensaciones de mi cuerpo, quiero escucharlo y ser completamente consciente de él. Quiero escuchar la voz de mi cuerpo. Es el cuerpo el que me habla y define la trayectoria de cada uno de mis gestos. El diálogo con él es la base de mi mentalidad”.
La calma zen de Kazuyasu Minobe impregna la sala y sosiega el ambiente arrastrando a cada uno de los presentes a
un mundo paralelo y ancestral en el que el cuerpo tiene voz propia y la conciencia respira. El japonés, nacido en 1987, tiene la capacidad innata de compartir su visión de las cosas con la fuerza de quien mira al futuro y la ligereza de quien se mueve de puntillas.
Su historia comenzó corriendo por las montañas japonesas para liberar la profunda energía que sentía latir en su interior y que, gracias a la intuición de su padre, lo llevó del tatami a la pista: “Cuando era niño empecé con el karate. Recuerdo que en primaria repartieron unos folletos para apuntarse y no me lo pensé dos veces. Siempre estaba moviéndome, nunca me quedaba quieto. Crecí en Echizen, una ciudad de la prefectura de Fukui que pertenece a una región rodeada de vegetación y montañas: me pasaba los días correteando por los senderos. Un día, mi padre me animó a probar la esgrima y me enamoré al instante. Desde ese momento, no pude pensar en otra cosa”.

Una idea fija, una parte inseparable de la vida y el alma de Minobe, que abrazó la esgrima como expresión de su propio ser creando una relación entre mente y cuerpo que no tiene solución de continuidad y le hace formar un todo con el deporte: “La esgrima es un camino, es un viaje. La persona y el deportista que viven dentro de mí están en perfecta comunión, son la misma cosa. Comparten ese camino. Yo no soy mis logros, ni mis victorias ni mis derrotas; pero el deporte es una forma de expresión y me ayuda a sacar a la luz lo que siento por dentro. Cuanto más domine la esgrima, más podré dominar a Kazuyasu Minobe como ser humano”.

Camina guiado por una gran visión que celebra la unión con su país, con su equipo y con una edición de los Juegos que para el pueblo japonés tendrá necesariamente un sabor especial. Tras la cancelación de los primeros Juegos de Tokio por la II Guerra Mundial y su aplazamiento hasta 1964, la edición de 2020 se enfrentaba esta vez a las dificultades de la pandemia, lo que dio a Kazuyasu otra razón para pensar en grande: “Mi mayor sueño es convertirme en el mejor esgrimista de la historia, y cuando pienso en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en cuanto cierro los ojos, me veo a mí y a mi equipo en el escalón más alto del podio. Lo sé, es mucho pedir, pero realmente creo que puedo alcanzar las metas más altas. Ser el anfitrión de los Juegos Olímpicos, tenerlos en casa, da un significado aún mayor a este acontecimiento y la idea del equipo como representante de una nación es un mensaje muy potente. Los Juegos son la cita más importante de todas, y son tan relevantes para nuestra cultura que da igual que los vivas como deportista o como simple espectador. En cualquier caso, es lo máximo. Ganarlos es un paso necesario en el camino hacia la gloria. Y después de hacer frente a la pandemia, había un deseo añadido de hacer algo especial para dar al mundo nuevas energías”.
El objetivo de Kazuyasu Minobe, esgrimista japonés y ganador de 2 títulos individuales en la categoría de Espada en el Campeonato del Mundo de Esgrima, es transformar su entrenamiento diario en un verdadero asalto que le permita vencer a su oponente en las competiciones.
Todo ello mediante
una preparación deportiva que cuida hasta el más mínimo detalle, que lo ayuda a concentrarse en las sensaciones de su cuerpo y a controlar cada uno de sus gestos.
Para sus entrenamientos diarios, Kazuyasu Minobe elige
Kinesis One.
Descubre Kinesis One
Kinesis One ofrece todas las ventajas de la línea Kinesis en un único módulo autónomo y asequible que lleva los bloques de pesas ocultos y ocupa muy poco espacio. Al ofrecer resistencia en los tres planos de movimiento, también es una solución ideal para la rehabilitación funcional y el entrenamiento personal.
Crea un espacio de entrenamiento funcional realmente estimulante: el tamaño compacto de este equipo permite colocarlo sin problemas en cualquier espacio. Kinesis One te permite explorar libremente una amplia gama de movimientos naturales para mejorar las habilidades funcionales necesarias en el día a día.
Gracias al doble bloque de pesas, cada cable transmite un nivel de resistencia único e independiente. Esto permite realizar eficazmente todos los movimientos, incluidos los alternativos y recíprocos, utilizando la carga necesaria para cada lado y en función del objetivo de entrenamiento.
Kinesis One representa una solución perfecta con la que es posible experimentar la máxima libertad de movimiento a 360° y entrenar al mismo tiempo la estabilidad, la flexibilidad y la postura simulando los gestos técnicos de un deporte como la esgrima, que exige movimientos particularmente fuertes y precisos.