Pero el pequeño Haile no caminaba. Corría. Siempre corría. Lo hacía con los pies descalzos sobre la tierra árida, una mezcla de arena y grava. El aire era casi irrespirable a causa del calor. Sin embargo, en clase, el rostro de Haile no mostraba signos de fatiga. Por supuesto que estaba cansado, sediento y lleno de polvo. Pero lo primero que veían llegar los profesores y sus compañeros era su sonrisa.

Algo especial
"Prueba a ver. ¿Qué es un kilómetro y medio para ti?", le dijo Tayeke, su hermano mayor. Fue coser y cantar. Como premio, recibió cinco birres, casi medio euro. En ese momento, una idea nació en su mente: competir como forma de salir de la pobreza, de la miseria. Correr para ayudar a su familia.
Aunque su padre quería que se quedase con él en la granja, a los 16 años decidió entrenar en el cuerpo de policía: fue el primer paso que llevaría a Haile Gebrselassie a convertirse en el Usain Bolt del maratón y el medio fondo, y a batir todos los récords posibles e imaginables.
Y lo hizo en la época dorada de los fondistas kenianos, considerados los mejores de todos los tiempos y los rivales más fuertes. "Gebre contra todos", parece el título de una película pero, básicamente, así es como se desarrolló su carrera, a pesar de que el reto, el auténtico reto, era el que mantenía consigo mismo. Su objetivo era derrotar a todos y mejorar constantemente. El día que batió un nuevo récord en los 10.000 metros parecía decepcionado. Cuando le preguntaron por qué, respondió: "Estaba distraído, estoy seguro de que me he dejado al menos tres o cuatro segundos por el camino". A pesar de haber firmado una nueva plusmarca, no estaba satisfecho. Su carácter perfeccionista le hacía ser muy exigente consigo mismo. A pesar de ello, nunca le abandonaba su sonrisa, la misma que esbozaba de niño, cuando llegaba a la escuela después de haber corrido 10 kilómetros.
"Sonrío porque soy deportista. El deporte nació para hacer feliz a la gente. Cuando compito, cuando corro, la gente se siente contenta al verme y yo soy feliz por ello".
“En ese momento una idea nació en su mente: competir para salir de la pobreza, de la miseria. Correr para ayudar a su familia”.
¿Forrest? No, Gebre
Olvídate de Forrest Gump. La expresión "Estoy un poco cansado" no tiene nada que ver con Gebre. Le gusta demasiado correr para decir, o ni siquiera pensar, algo así. No fue casualidad que tardase en retirarse de las competiciones oficiales. En 2010, en Nueva York, se vio obligado a abandonar a los 26 kilómetros. Tenía 37 años. Las piernas no le sostenían como antes, los tendones apenas le aguantaban. "El emperador abdica" rezaban los titulares de la época. Entonces volvió a su tierra. Regresó a Etiopía. Pero esta vez fue diferente a las demás: "La reacción de la gente me dejó desolado, no les gustaba la manera en que había decidido acabar mi carrera. Y tenían razón".
Un adiós a su manera
Nel nome di Nelson
¿Su referente? El único posible: Nelson Mandela, se convirtió en un ejemplo al que seguir e imitar. En 2016, Gebre fue elegido presidente de la Federación Etíope de Atletismo. "Quiero cuidar de los atletas, quiero que tengan todo lo necesario”, declaró a Eurosport unos días después de su elección. ¿Y qué opina del dopaje? Un cáncer que debe erradicarse, un trabajo largo y complejo. Como hemos dicho, Nelson Mandela era un modelo al que imitar. Hasta el final. Porque hay algunos que ven en el exatleta etíope un candidato a ser el próximo presidente del país. "Ahora estoy trabajando en el deporte. Y en el deporte, como yo lo concibo, no existe la política. Terminaré mis 4 años de mandato y luego veremos”.
“Viene Gebrselassie”

Había un nuevo sheriff en la ciudad. Tenía una sonrisa fácil, la mano baja al caminar (¿recuerdas los libros?) y el atletismo en las venas. Fue el primer aviso a los kenianos. En 1993 llegó su primera medalla de oro mundial, siempre en los 10.000 metros, en Stuttgart. Tenía 20 años, pero la visión táctica de un veterano. Se pegó como una lapa al entonces campeón del mundo Moses Tanui, obviamente keniano, quien desde el principio sentía el aliento de Gebre en el cuello. Había muy poco espacio entre ambos. Estaban tan cerca que, en la última vuelta, el pie derecho del perseguidor tocó el pie izquierdo del perseguido. Tanui perdió la zapatilla. Gebre adelantó muy cerca de la línea de meta. Como en Seúl. El atleta keniano pidió la descalificación de Gebre, pero los jueces consideraron que había sido solo un accidente.
El dominio
Ganó oro tras oro en los 1500, 3000 y, por supuesto, sus queridos 10.000 m, y repitió cuatro años más tarde en Sídney, donde pulverizó el tiempo del keniano Paul Tergat, su amigo y uno de sus mayores rivales, en 0,09 segundos. Es famosa la frase del comentarista australiano que, en la última vuelta, no hacía mas que repetir: "Viene Gebrselassie!" Entre 1996 y 2000 participó en las siete competiciones de medio fondo más importantes y las ganó todas. El bronce en la Copa del Mundo de Canadá de 2001 fue la primera señal de una carrera que inevitablemente tenía que declinar. Pero aún tuvo tiempo de ganar su primer campeonato mundial de maratón en Bristol y los 3000 m indoor de Birmingham. Después, trató de entrar en la historia del atletismo: nadie había ganado la prueba de los 10.000 metros en tres olimpiadas consecutivas.
Tampoco él pudo hacerlo. Llegó quinto en Atenas debido a un problema con los tendones que le obligó a perderse las últimas tres semanas de entrenamiento. La cita con la historia solo había quedado postpuesta.

El rey del maratón
Método de entrenamiento de Gebre

En la mente de Gebreselassie
Aprender a gestionarla y no sufrirla es un aspecto importante. ¿Cómo? "Con entrenamiento, por supuesto. Pero incluso sin exagerar el esfuerzo en los primeros kilómetros, provocando daños en las piernas y la musculatura". Gastone continúa: "Sobre todo, y esto vale para todo el mundo, debemos saber cuánto podemos dar de nosotros mismos. Porque al principio te sientes bien, en forma, descansado. No pensamos en el después y, por eso, llegamos a la fase de sufrimiento mucho más rápido". Descansar el viernes y correr el sábado si eres aficionado, y reducir un poco el número de kilómetros si eres profesional. Estos son algunos consejos sobre cómo entrenar los últimos días antes de una carrera que se celebra en domingo. Se gana con la respiración, con los músculos. Pero, sobre todo, con la cabeza. Exactamente como hacía Gebre: "Lo curioso - añade Gastone- es que todos los campeones consiguen correr la segunda parte del maratón ligeramente más rápido que la primera".
«Siempre puedes hacer algo, incluso aunque vengas del rincón más pobre de África»